Pañuelo y algo más

   Este post lo quería haber publicado la semana pasada pero no pude, así que voy a hacerlo ahora, aunque sea un poco tarde. 

   El post de hoy es muy especial y es que va dedicado a una de las personas más importantes de mi vida, mi madre. La verdad es que muchas veces no hay palabras que valgan para expresar lo que sentimos y resulta difícil decir lo que nuestro corazón realmente siente. Para mi, mi madre es una persona más que especial, además de ser quien me dio la vida, es quien me ha enseñado todo lo que hoy sé, todos los valores que me ha inculcado y, sobre todo, ese amor incondicional que siempre está dispuesta a dar, es algo que no tiene precio. Si sois hijos y tenéis esa madre especial, sabéis de lo que os estoy hablando.

   Desde el 27 de enero, el día de mi operación, he pasado prácticamente todo el día con ella en casa, porque se unió que no podía salir de casa porque no podía apoyar el pie con el confinamiento por el Covid19. Han sido unos meses de disfrutar mucho de algo que hacía muchísimo tiempo que no podíamos hacer, la compañía de la otra.

   El día de la Madre lo celebramos casi como un día normal después de más de tres meses juntas, pero hubo regalos, como no podía ser de otro modo.

   Gracias a una de mis compañeras de trabajo encontré fácilmente una parte de los regalos y a una pequeña escapada para pasear, conseguí encontrar el resto. El pañuelo lo compré en una tienda de mi pueblo, casi no llego pero lo conseguí. Y el resto lo compré por Internet en Bombay Sunset, una marca de joyas que me encanta. El pedido llegó en dos días, así que os recomiendo que compréis en esta marca porque seguro que encontráis cosas que os gusten. La verdad es que me costó elegir y no comprar nada para mi porque me apetecía todo.

   Disfrutad mucho de vuestras madres: de su compañía, consejos, sabiduría, sonrisa, ganas de enseñaros... Disfrutad de su amor, cariño, sabios consejos y, sobre todo, escuchadlas... que siempre tienen razón.

   Gracias por leer este post y espero que os guste.

   Un beso,

   Patricia