Charlie y la fábrica de chocolate

   Había visto empezar varias veces Charlie y la fábrica de chocolate, e incluso había visto algún trocito de la primera versión, Willy Wonka y la fábrica de chocolate; pero nunca había visto ninguna de las dos versiones completas, hasta este fin de semana que vi Charlie y la fábrica de chocolate.
   Al principio me pareció una película extraña sin mucho sentido, tengo que reconocerlo, pero según iba desarrollándose, yo comencé a darme cuenta de que esta película tiene mucho más fondo e interés del que nos puede parecer por su título.
   Debido a mi trabajo estoy rodeada de niños todos los días y a todas las horas; y también de papás y mamás que los acompañan al colegio, que vienen a las tutorías... Y esto me da una imagen muy especial y objetiva de cómo somos los adultos con nuestros niños y de cómo los niños saben aprovecharse de nosotros sin que nos lleguemos a dar cuenta.
   En esta película, he observado que aunque de un modo un tanto superficial y utilizando a cinco estereotipos muy típicos en nuestra sociedad, se hace una fotografía bastante aproximada de la vida real. Siempre está el niño que lo quiere todo y que los papás le dicen que sí para que  no se enfade y cuando la maestra o el maestro le dice que no a algo el niño llora, lo hace que los papás vengan a reñirnos porque los frustamos. Por ejemplo.
   O los niños que son muy competitivos porque sus papás les hacen así ya que su objetivo es que sus hijos consigan lo que ellos no han podido y les hace sentirse frustados. Y finalmente quien paga la frustración de los papás y de los niños que no consiguen lo que quieren, el resto del mundo.
   También están los niños que lo saben todo y que corrigen a todo el mundo sin tener en cuenta que existe una cosa muy importante que se llama educación y que sus papás no le han enseñado porque tampoco la tienen.
   También están los niños bobos que no saben hacer nada por sí sólos, que necesitan que esté todo el mundo pendiente de ellos, la culpa no es de los niños, es de sus papás que no les dejan madurar.
   Y finalmente están los niños normales, que gracias a Dios son la gran mayoría, niños que a pesar de todo son niños y que se comportan como tales. ¿Y sabéis quién tiene la culpa de que sean así? Pues como en todos los casos sus padres.
   Afortunadamente en la escuela nos encontramos con una inmensa mayoría de niños normales, pero siempre hay alguno un poco diferente. Yo estoy a favor de que cada uno eduque a sus hijos como le guste pero debemos tener en cuenta que no estamos solos en el mundo y que los niños se van a tener que relacionar con muchísimas personas a lo largo de su vida. Además de que los papás no van a vivir para siempre.
   Así que por favor, cuando eduquéis a vuestros hijos tened en cuenta que el mundo está lleno de millones de personas maravillosas, así que educadlos para que se relacionen correctamente y no sean el rarito de la clase. Que es muy fácil y si no preguntad a vuestros padres y madres.
   Un beso

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