Brillante

   Me encantan los objetos de papelería; los papeles bonitos, los sobres preciosos, los lapiceros con muñequitos en el acabado, los rotuladores de colores imposibles y por supuesto los bolígrafos. Los Pilot y sobre todo los BIC de toda la vida son mis preferidos, pero no hago ascos a ningún otro y menos si me lo regalan.
   A final de curso los alumnos suelen hacerme regalos, no se si es porque les gusto y me los hacen porque se sienten agradecidos o bien porque se ponen tan contentos de no volver a verme por lo menos en una temporada que me los dan para que me vaya y los deje en paz. Yo también les suelo hacer algún regalo, la semana pasada por mi cumpleaños les llevé una bolsa de chuches a cada uno y un lapicero con un fantasma adornándolo, era víspera de Halloween.
   Pues bien, a final del curso pasado, es decir este mes de junio, me regalaron dos bolígrafos bastante parecidos; y es que tanto las mamás como los niños nos observan bastante bien y saben qué es lo más puede gustar. Aunque a mí me gusta absolutamente todo lo que me regalan porque se que lo hacen con todo el cariño del mundo.
   Recuerdo hace unos años cuando terminé de trabajar en una sustitución de tan sólo un mes, que una niña me regaló un paquete de galletas, no quería cogerlo porque sabía que esa niña lo había comprado con un dinero que en su casa necesitaban para comer, pero ella se empeñó y lo que hice fue repartir galletas en clase y darle más a ella que a los demás, de ese modo le devolví el favor como pude.
   Hoy os voy a enseñar uno de esos bolígrafos, es este plateado con circonitas que me encanta y que de momento guardo en el cajón de mi escritorio hasta que me decida a utilizarlo, y lo guardo porque quiero que me dure mucho tiempo el recuerdo tan bueno que tengo del primer y hasta ahora único año que he trabajado de maestra en mi pueblo.
   Un beso,

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